Finalmente el conejo salió, no por las buenas, como nos hubiera gustado, salió por cesárea, ni modo, pues porque al fin y al cabo es una cirugía y pues "de paso" se me hizo otra cirugía, la de la hernia umbilical, así que tengo doble rajada, doble cuidado, doble dolor..... He estado entre recuperación y atendiendo a este angelito, que la verdad me salió muy bueno, me ha tenido mucha paciencia ya que en mis 32 años jamás había cambiado un pañal yo sola o había cargado a un recién nacido, ah no, sí, cargué a Emir y sólo para la foto.
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La cirugía
Antes de salir del consultorio la doctora me abrazó en señal de apoyo y pues no lo pude evitar y lloré... y mucho, ya que pues no era lo esperado sin embargo también estábamos abiertos a la posibilidad de la cesárea en caso de que fuera necesaria, pues sí fue mucha sorpresa ya que la gestación se había llevado muy sanamente, mejor que normal y hasta las dos doctoras (de MTY y de QRO) me habían felicitado por lo sano que venía el conejo. No fue normal que no quisiera salir, quizás pues él sabía que estaría mejor adentro que afuera, estar mejor solito que acompañado, en fin, fuera lo que fuera, lo salieron.
De cualquier manera le pedimos a la que sería nuestra doula en el parto acuático, que me acompañara en este momento y dice el marido que fue de las mejores inversiones ya que en el momento de la cirugía me subió la presión a 130, que si se llegaba a 140 el conejo pudo haber colapsado y su mamá también; yo sólo recuerdo cómo se empezó a mover bruscamente, el marido dice que justo al rajar y pues sí recuerdo que me puse mal, por suerte, Claudia (nuestra doula) estaba ahí y me empezó a ayudar a relajarme y a que me estabilizara.
Le había encomendado a ella la misión que me registrara la hora exacta del nacimiento del conejo y fue muy obediente, me dijo que eran las 15:52 cuando nació, pero, quesque el reloj del quirófano estaba adelantado 5 minutos y todos empezaron a dar horas diferentes, hasta en la que se entregó la hoja del registro: 15:57, 15:56, 15:53.... en fin, cada quien con su reloj empezó a dar su hora y ya no supe cuál fue la correcta.
El conejo pesó exactamente 3 kilos 700 gramos y midió 51cm, los médicos y enfermeras y hasta la misma Claudia, estaban asombrados de lo grande que había nacido este angelito.
En el quirófano estaban sorprendidos de lo bien que el marido manejaba al conejo: lo bien que lo limpió, le puso el pañal, su ropita, lo cargaba y demás; lo que no saben es que a este le gusta presumir que tiene experiencia en cuidar bebés, por haber casi criado a su hermano menor y dos sobrinos. Él le contó los 20 dedos por mi, que la verdad, mi instinto también estaba anestesiado y ni para pensar claramente.
El conejo nunca salió del quirófano ni de ningún cuarto, siempre estuvo con nosotros, por lo que la peor pesadilla del marido, de que le cambiaran al hijo, no ocurrió. Hasta la doctora le había prestado un marcador para rayar a su hijo al nacer, pero ni necesario fue.
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La recuperación
Salí del quirófano con el conejo a un lado, mientras el papá del conejo se cambiaba. Me llevaron al cuarto y ahí estaba la familia del marido y doña Martha esperándonos, mientras yo, me sentía (y creo me veía) más dañada que el Gato Puteado (quienes recordarán a este animalito ladino), picoteada, adolorida, con abundantes escalofríos por la anestesia, cansada y sin alimento alguno en mi cuerpo. Creo estaban todos emocionados por conocer al fin al conejo, yo seguía mal y sin poder disfrutar del momento. Lo que sí, es que una vez fuera de mi, ya lo extrañaba que no estuviera en mis entrañas.
Al día siguiente me hicieron levantarme y caminar, la verdad, me fue muy difícil y muy doloroso, ir al baño (que estaba en el cuarto) era un verdadero reto. No tenía fuerzas ni para bañarme que el marido me bañó; tampoco tenía fuerzas para comer y mi mamá me alimentó.
En verdad ya con la experiencia, no entiendo cómo es que hay mujeres que siguen prefiriendo por voluntad propia tener una cesárea a un parto, en fin, en gustos se rompen géneros.
Aquí sólo tuve 2 días de hospitalización y para el lunes me dieron de alta y llegamos a casa y yo, sigo en la recuperación y finalmente, empecé a disfrutar a mi conejito.
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Al fin en casa
Que debo de caminar un poco en casa para ayudarme en la recuperación y pues sólo puedo subir y bajar las escaleras una vez por semana, así como subirlas caminando hacia atrás quesque para que duela menos.
Seguía medicada hasta ayer, que fue cuando decidimos dejarla de lado para que esta vaca pueda dar leche; Ana me dice que me debo de relajar y dar baños de agua caliente, aunque sí sale un poco, no es la suficiente para cubrir las necesidades del conejo.
En casa estoy siendo atendida por mi madre, que la verdad se ha sacado más que un 100, ayudándome con las mamilas, la comida, la lavada, la bañada del conejo, las compras, la curación de mis heridas, fajarme y todo lo demás que se me haya pasado mencionar aquí. Gracias mamá!!!
La verdad es que al verle estoy convencida que todo lo que he hecho por él, ha valido la pena.... y como me dice Ana, pues ahora sí que entiendo todos los clichés que se dicen al respecto de tener un hijo.
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